Las obsesiones sanitarias de El Español (@elespanolcom)

Me sorprendió leer hace dos días lo que ellos mismos han llamado «las obsesiones« de El Español, el nuevo periódico de Pedro J Ramírez. Mi primera impresión fue bastante parecida a esta que vi más tarde reflejada en twitter:

español

Me pregunto si ciertas obsesiones no le harán perder objetividad al periódico y si no sería más oportuno que se obsesionaran simplemente con conocer y contar la verdad y con no dejarse influir por el poder (llámese económico, político, social, ideológico…). Pero no es ese el objetivo de este post. Si quieren obsesionarse, allá ellos.

Leídas las obsesiones, da la sensación de que cada sección del periódico debía aportar alguna, no precisamente de relevancia (¿el ojo de halcón como obsesión? Menuda bobada, ¿no?). Sanidad no iba a ser menos y aportó una. Y allí es donde casi me quedo bizca leyendo. Un punto (el 15) que mezcla muchas cosas y tiene, desde mi punto de vista, mucha letra pequeña. Este:

pj

Vayamos por partes:

  • Todos los ciudadanos… Vale bien, excluyendo ese pequeño matiz que se ha deslizado en la frase y que anula la universalidad sanitaria (¿solo los españoles?) no me parece mal. De hecho, es algo que los médicos venimos pidiendo desde hace tiempo: la equidad en el acceso a la sanidad independientemente de la comunidad en la que vivas. Aceptamos barco, PJ.
  • Y entonces, casi sin solución de continuidad, llega la enjundia. «Los avances médicos permiten prolongar situaciones irreversibles». Bien. Me encuentro con ello cada día y me exige tomar decisiones en ocasiones muy difíciles. Pero aquí lo usan como preámbulo a lo que viene después: el deber del médico de luchar por la vida, se plantea como contraposición a que el paciente muera dignamente y sin ser sometido a medios desproporcionados. Un momento. Porque el deber del médico por luchar por la vida no es un deber absoluto, y desde luego no supone usar medios desproporcionados. Y, si se usan (que sí, que pasa, que falta mucha formación en este tema) es porque el médico no está cumpliendo bien su deber (un deber en ocasiones costosísimo desde el punto de vista personal, por cierto). Porque el verdadero deber del médico no es luchar por la vida incluso con medios desproporcionados, sino emplear todos los medios proporcionados para: a) curar cuando se pueda; b) paliar cuando no se pueda curar. Plantear que el deber del médico de luchar por la vida se opone al derecho del paciente de morir dignamente es falso y, además, muy peligroso. Porque el médico podría entender que debe poner todos los medios (también los desproporcionados) y el paciente podría ver al médico como su enemigo, una especie de apisonadora que no repara en su dignidad. Adiós a la relación médico-paciente. Adiós a la Medicina. Y además, PJ, estás siendo muy injusto con los médicos que intentamos cumplir la máxima que pone título a mi blog. Que somos muchos. Nos estás acusando de mala práctica y de poner en peligro los derechos de los pacientes. Pero ojo, no por mala idea, sino por «deber». Vamos, que encima no nos tomas por malos sino por tontos…
  • Pero no conforme con eso, dan un paso más. Puesto que el deber del médico se constituye en un peligro a la hora de garantizar la dignidad del paciente, aprobemos el suicidio asistido (ya, ya sé que no dice «aprobemos», pero siempre que alguien dice «hay que abrir debate» se refiere a «hay que aprobarlo»). Para empezar, me temo que confunde limitación de tratamientos de soporte vital con suicidio asistido. La limitación de tratamientos desproporcionados es una obligación ética del médico que nada tiene que ver con el suicidio ni con la eutanasia. El suicidio asistido es algo que, en realidad, puede darse en muy pocos casos, puesto que realmente solo tendría lugar cuando el paciente no se puede suicidar sin asistencia. Y es una forma de eutanasia, señores de El Español, aunque a ustedes les parezca más «moderada» a la hora de venderla.  Si concediéramos a alguien el derecho al suicidio asistido, estaríamos generando un deber: el del médico que ayuda en el suicidio. Y nada en este mundo debería suponerle a alguien el deber de colaborar en la muerte de otra persona. Es decir que, sencillamente, el derecho al suicidio asistido no existe. No puede existir.
  • Más aún. En los hospitales, tratamos a los pacientes suicidas. Les reanimamos, les curamos y les devolvemos a su vida anterior. Porque estamos convencidos de que podemos aportarles algo, de que tenemos recursos que ofrecerles para cambiar de idea, de que muchos tienen una patología psiquiátrica que podemos intentar mejorar. En el caso de las enfermedades terminales, la persona que pide la eutanasia o el suicidio asistido nos está diciendo algo parecido. En general no es que no quiera vivir, es que no quiere vivir ASÍ. Cambiemos el ASÍ y cambiará de opinión. En mi experiencia (que ya empieza a ser larga) tratando con pacientes graves, crónicos o en situación terminal… solo una vez me han pedido la eutanasia. Me senté con el paciente diez minutos, le aseguré que iba a tratar todos sus síntomas, que si era necesario le sedaría, que me encargaría de que su familia estuviera con él. Se acabó la petición de eutanasia. El paciente quiso vivir y quiso permanecer consciente en la medida de lo posible. Murió (dignamente, muy dignamente) semanas después. Porque la muerte digna es eso: sin obstinación terapéutica, con control sintomático y con todos los recursos sociales y familiares puestos a disposición del enfermo.

¿Por qué aceptar una petición de suicidio a las primeras de cambio, cuando aún hay algo que ofrecer? ¿Por qué «obsesionarnos» (El Español dixit) con el suicidio asistido cuando hay tanta parte de la población sin acceso a los cuidados paliativos? Si quieren obsesionarse con algo, señores míos, háganlo con el acceso universal a los cuidados paliativos. Será mucho  más útil para todos y no hará falta criminalizar a los médicos para justificarlo.

De todos modos, como parece que no lo tienen muy claro, les dejo aquí lo que dice el Código Deontológico de la Organización Médica Colegial sobre lo que ustedes llaman «el deber del médico de luchar por la vida», sobre la obstinación terapéutica y el suicidio asistido. Estos son los auténticos deberes del médico. En la deontología, como en el periodismo, nada como acudir a las fuentes, ¿verdad?

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Y, por cierto, aunque les parezca que así entra mejor, la igualdad sanitaria no tiene nada que ver con la muerte digna. Poner «igualdad sanitaria con muerte digna» es como poner «otra ley electoral con ojo de halcón».

Como no soy suscriptora (lo dudé, pero ahora creo que me alegro de no serlo) no podré escribir esto en los comentarios del periódico. Sé que hay otros médicos -suscriptores- que lo han hecho, con estos o parecidos argumentos. Si lo compartís… igual les llega…

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8 respuestas a Las obsesiones sanitarias de El Español (@elespanolcom)

  1. José Ramón dijo:

    Muy buen post, PedroJ seguro que toma nota.

  2. Eduardo Palencia Herrejón dijo:

    Lo suscribo punto por punto

  3. Gabi Heras dijo:

    Excelente post Ana, me quito el sombrero una vez más

  4. Pingback: “Regular la muerte digna” | Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre

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